River encontró un poco de alivio en el partido más esperado
Con un cabezazo del ex Boca Jonatan Maidana se quedó con un superclásico sin vuelo por 1 a 0; el equipo de Núñez, que fue muy superior, volvió al triunfo tras siete fechas; Borghi no mostró respuestas y su futuro es muy delicado.
River se dio un gran gusto y con muy poco descomprimió una realidad asfixiante tras la salida de Cappa y la incertidumbre por su futuro entrenador. En un superclásico chato, fue amplio dominador ante un Boca que ofreció tan poco, que hay que retroceder mucho en el tiempo para encontrar una versión tan pobre de un conjunto xeneize. Un equipo, con empuje, decisión y pequeñas dosis de juego. Otro, con temor, inoperancia y acéfalo de liderazgo. Fue un partido grande por el entorno, pero pequeño por la producción. Obedeció, en definitiva, a la situación de ambos en la tabla de posiciones.
En Boca fueron días tensos, luego del enfrentamiento entre Cristian Lucchetti y el entrenador Claudio Borghi, quien decidió dejarlo fuera de la lista de concentrados. Por el lado de River, después de la derrota frente a All Boys, Angel Cappa dejó de ser el entrenador y en menos de una semana Gallego y Bielsa se negaron a tomar el cargo del ex técnico de Huracán; por lo que J.J. López, DT de las inferiores, tomó el mando. Con esta perspectiva poco se podía esperar de un partido. Pero como bien dicen los mismo futbolistas, el superclásico siempre es diferente. Y así fue.
Sin desplegar un gran fútbol, el local sacó provecho del gran desconcierto que fue Boca desde lo futbolístico, y en ningún momento vio peligrar el arco protegido por Carrizo.
El protagonista principal fue River. Desde el arranque nomás contó con una buena oportunidad para abrir el marcador en los pies de Mariano Pavone, aunque su disparo se fue desviado cerca del palo izquierdo de Javier García. Esto produjo la reacción de toda la parcialidad millonaria, que se mostró eufórica en cada avance de su equipo.
El primer chispazo de tensión lo pusieron Jesús Méndez y Matías Almeyda, muy ovacionado en cada pelota que tocó, después de una falta del mediocampista xeneize, que desencadenó en un tumulto que Baldassi rápidamente pudo separar. Esto era Boca: puro nerviosismo e imprecisión.
Para colmo, apenas transcurridos 7 minutos, Riquelme hizo señas de molestias al banco, pidió el cambio, y ese malestar se pudo evidenciar durante toda la primera etapa. Inmediatamente Borghi mandó a precalentar a Chávez, que luego ingresó en el segundo tiempo.
Ferrari volvió a avisar a los 20 minutos. El lateral derecho llegó al centro del área, pero no pudo conectar con precisión un centro desde la izquierda, y su disparo se fue por encima del travesaño. La defensa de Boca seguía sufriendo por los costados. El juvenil Pereyra fue un dolor de cabeza para Cellay, que tuvo que recurrir en más de una oportunidad a las faltas.
Las mejores situaciones siguieron llegando por el lado de River, mientras Boca no tenía peso en el medio campo y sufría a un Riquelme muy disminuido físicamente. Lo más cerca que estuvo el conjunto de la Ribera fue recién a los 30 minutos, con una dudosa jugada en la que Palermo y Méndez terminaron en el piso pidiendo el penal.
La noche caía en en el Monumental y con ella, el presente de Boca. Con la misma tónica de los primeros 45, River salió más adelantado en el campo de juego. A los 8 minutos, Jonathan Maidana aplicó la regla del ex. El ex defensor xeneize ingresó muy solo por el medio del área y con un cabezazo esquinado dejó sin respuestas al arquero de Boca, para abrir el marcador.
La reacción de la hinchada visitante no se hizo esperar. El público comenzó a alentar enérgicamente a su equipo, pero terminó dando la nota al arrojar bengalas a la afición millonaria que se encontraba en la bandeja de abajo.
La respuesta de Claudio Borghi tampoco se hizo esperar. El entrenador xeneize mandó a la cancha simultáneamente a Luciano Monzón y Lucas Viatri, en lugar de Jesús Méndez y Pablo Mouche, respectivamente, para buscar un poco más de profundidad en el juego.
No obstante, Boca, como en todo el campeonato, no supo encontrarle la vuelta a un partido que no hace más que acentuar el mal momento que está atravesando. Por el lado de River, los hinchas se olvidaron de todos los factores externos que aquejan hoy en día al club, como la Promoción, la ida de Cappa, el enfrentamiento de la barra, y vivió el partido como lo que es: una gran fiesta.
De esta manera, Boca no pudo salir, aunque sea por un rato, del laberinto en el que se encuentra inmerso. Con esta derrota será una incógnita el futuro de Claudio Borghi, quien cada vez pierde más peso en el plantel.
